El gordo atrabiliario,
sudoroso, sonrojado, ajado
se disfrazó de boticario
golpeó mi puerta sin enfado..
A mi pregunta respondió ¡farmaciaa!
y yo "buenudo" le abrí sin dudas..
Cuando ví su facha lacia,
siento las pelotas que me sudan..
Me dió un empujón matón
y fuí a parar al medio de la mesa
desplazando la PC , al queso y al "ratón"
y a la última sabrosa milanesa.
Después se acercó muy lentamente
revoleando sus gigantes manitas
y yo me arrastré cobardemente
por la pared como el rey de los idiotas...
Me tomó po rlos hombros y me levantó
como un polichinela de juguete...
cerré los ojos pensando aquí me mete
un piñazo temendo, pero no..
Me besó la frente con cariño
diciendome : menos mal que no lo hiciste,
entre ceja y ceja no pusiste,
la bala asesina "pequeniño"
Me pidió la pistola sonriendo
le dije que la podía rescatar
con la guita del empeño,
me miró con ansias de matar
pero luego dulcemente saludó
y cerró la puerta de un golpazo
y me quedé rezando a Dios,
por haberme salvado del balazo