Saturday, May 06, 2006

Bajé del autobús, sabiendo que era ella. Deambulé por calles que desconocía. Compré cigarrillos, miré vidrieras, crucé esquinas y charcos y puentes. Sus ojos seguían allí. Su risa me perseguía. Su sangre me bañaba entero.

Tiré los cigarrillos, nunca fumé.

Me pregunté sin responder, qué fue esa escena del autobús, un sueño malogrado, la realidad explotada, alcohol en histerica resaca? Me sentía mal. Me dolían el pecho y la duda. Tomé aire, respiré cansado. Al fin, seguí la flecha que indicaba un bar.

Toda mi vida se desplomó en la mesa, junto a la ventana. La cabeza era un carnaval horrendo, los pies me latían. Las manos temblaban cuando se acercó la mesera. Pedí una copa de ron. Me dijo que no tenían ron. Lo reemplacé por un whisky doble, sin hielo. La chica sonrió y adiviné que tenían whisky. Al minuto me trajo el vaso. Era bonita. Sus rulos rubios se movían con gracia al voltear la cabeza. Igual que sus nalgas cuando se fue. Adiviné en la segunda sonrisa que no sería difícil un flirteo. Bebí lentamente del vaso, como desgustando el líquido. Era iútil, el whisky era malo y sabía a mal trago. Me dejé estar como media hora mirando sin mirar, dejando la mente pensar sus cosas, sin entrometerme. Estaba a punto de dormirme cuando los ví. Salté. El par de crápulas barbudos se disponían a cruzar la calle, frente a mis ojos. Los asesinos jugaban a la libertad allá afuera y yo debía saber de que se trataba la película. Torpemente dejé un billete de 10 sobre la mesa y no esperé nada mas. Salí tropezando del bar y el viento me recibió soplando fuerte. Eso hizo que por un segundo recordara a la rubia del bar y su sonrisa y sus nalgas. Ya volvería a cruzarmela, pensé. Tenía enfrente las barbas y debía ponerlas en remojo pronto. El cielo tembló de golpe. Tuve frío. Llovía como en los peores días. Y mas tambien.

Tuesday, May 02, 2006

Tuve que salir a la calle a pesar del buen sabor. No recuerdo si era de día, sólo sé que no era noche y me dolían las encías. Un autobús parecía esperarme y no quise desilusionarlo: me subí. No sabía donde me llevaría, por lo que mi ánimo era el mejor. Escuché una risa detras mío. Seguí mirando por la ventanilla pero me pareció reconocer su mano sobre mi pelo. No miré atrás. Sentía su mirada en mi nuca. Era gracioso.

-Tal vez bebí demasiado- me dije sin sorprenderme, aunque sabía que la bebida no era el mejor antídoto.

Estaba pasándola bien, imaginando otros lugares para su mano, cuando el autobús frenó de golpe. Ante el desconcierto del pasaje, dos hombres altos, vestidos de negro, subieron la escalerilla con pistolas en sus manos. El griterío fue total y no duró mucho. Lo acallaron los disparos mortales. Los hombres barbudos dispararon a alguien detras mío y bajaron velozmente por la puerta trasera. El silencio y el horror se dieron la mano en el coche. Yo seguía mirando fijo hacia adelante. El conductor del autobús se paró de improviso y se apuró a llegar al asiento a mis espaldas. Recién cuando pasó miré al suelo. La sangre del Guadalquvir corría por el piso peleando por llegar a la puerta delantera. Temí lo peor por esa mano conocida. Recién ahí giré para ver la escena. El mar rojo se adueñó de mí. Yo fui testigo. No recuerdo bien pero creo haber vomitado. No hubo ni un gesto de caballerosidad ante la muerte. Reconozco mi debilidad. Su mano todavía estaba caliente. Y entonces maldije a la muerte.