Thursday, June 14, 2007

La calle estaba repleta de gente, automóviles, colectivos, perros en celo, deyecciones, contenidos vesicales, papeles, cajas de chicle hechas un bollo, preservativos gomosos, vomitazos de borracho con resaca inaguantable, en fin, lo de todos los días en ese barrio abandonado por las autoridades. Salí gambeteando todos los objetos enumerados en una especie de carrera de obstáculos que fuí sorteando admirablemente, como Maradona a los contrarios en su famoso gol a los ingleses , o el de su émulo Messi en el Barcelona. El gordo pese a su contextura de peso pesado tenía la velocidad innata en los "gangsters" que puso una considerable distancia entre él y mis deseos de alcanzarlo, por lo que debí recurrir a un inocente trote para acortar distancias y no levantar sospechas en los transeúntes, trote que provocó que en mi frente comenzaran a surgir gotas de sudor que fueron deslizandose por mis mejillas confundiéndose con las gotas de llanto, que experimentaba mi ánimo ante el "zogaca" de enfrentarme con el "Guille" para eliminarlo definitivamente. Poco a poco me fuí acercando a él , mi corazón ya latía a una frecuencia inusual, pensé para mis adentros "de esta forma me ahorro de hacer una ergometría" lo que me tranquilizó, pues le había encontrado un beneficio a toda esta locura. Quiérase o no me ubiqué detrás de esa espalda enorme como una muralla china, mientras el "gordo" ni se percataba que alguien, un valiente como yo, en escasos instantes, lo convertiría en una mole tumbada desangrándose en la acera. Llevé mi mano sudorosa , pegoteada, viscosa , como la de un adolescente "manuelero" al bolsillo y apreté la empuñadura de la pistola que sería unos segundos más tarde "el arma asesina", me encomendé a todos los santos y tembloroso, sin extraerla le apunté al "gordo", a ese dorso que parecía un blanco móvil preparado para "chambones" y ahí sí Guille cayó como una bolsa de papas, inmóvil, sin reflejos, cual boxeador noqueado. Me sentí aturdido, mezcla de alegría y horror, pero tratando de explicarme ¿ cómo fué? ¿ si aún no había apretado el gatillo ? ¿ era tan sensible el arma ? y alejándome rápidamente del lugar donde había caído la víctima me puse a observar, ya consumado el hecho, algo más sereno y porque no, lleno de curiosidad. La gente corría y se agolpaba mirando hacia el occiso, alguien llamó a la ambulancia , lo cargaron y se lo llevaron. Yo emprendí el regreso silbando con cierta dificultad, por el temblor que me invadía, la marcha de San Lorenzo tratando de que mi paso fuese seguro y desenvuelto, pero la humedad que sentí en mi calzoncillo me volvió a la realidad = ¡ Estaba completamente meado de miedo y de estupor! .

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