Sunday, September 16, 2007

Los gritos, ese vocerío infernal de los enardecidos apostadores, las imprecaciones contra los pobres animales que se inmolaban, destrozándose a picotazos, el aspecto a veces irreconocible del triunfador que quedaba maltrecho, sangrando y sin entender la alegría de los que se habían jugado a sus patas y pico mortífero, lo estaban asqueando , pero su afán de comprobar si su instinto no le había fallado, hacía que permaneciera en su lugar , ensordecido y obnubilado por la gente que lo empujaba, apretaba y lo abrazaba de acuerdo al desarrollo de la riña. Habían pasado ya, tres peleas , todas del mismo estilo , los gallos abalanzándose uno sobre el otro descargando sus picotazos como si estuvieran animados por un odio ancestral, destrozándose hasta que alguno caía sin posibilidades de levantarse jamás, a veces con la intervención de alguno de los entrenadores para lavar las heridas, o un ojo destrozado o la cresta irreconocible con una esponja embebida en agua y vinagre, y otra vez al ring para continuar con la macabra pelea...Comenzaba la riña de "semifondo" y ya se estaba despidiendo del reñidero , sin pena ni gloria , cuando le pareció ver entra la muchedumbre la imagen inconfundible del "gordo", rubicundo y empapado en transpiración , alentando como un energúmeno a uno de los gallos que se enfrentaban en la "semi", y de pronto se agolparon todos sus pensamientos como un volcán en ebullición : la necesidad de hacerlo desaparecer definitivamente , sus miedos a fallar, el temor a ser descubierto y en el mejor de los casos apresado terminando sus días en una oscura, húmeda y fría celda, o lo que es peor aún , que el "gordo" lo descubriera y lo pasara a degüello sin preguntar quién era ni porqué lo hacía- Esta batahola de sentimientos encontrados lo puso muy nervioso, le pareció intuir que le temblaban las pìernas , y junto con ellas vacilaba su valor para acometer el último acto , con el que cerraría esta inconclusa y absurda historia. La calma llegó cuando se dedicó a soñar con su " rubia " amada y con su recuerdo subyugante, entonces infló el pecho y se dirigió resueltamente , esquivando a la gente, hacia la posición de su víctima que totalmente indefensa seguía apostando sin descanso.
Después de un agobiante y accidentado desplazamiento logró ubicarse detrás del "gordo"; podía observar sus movimientos espasmódicos , como si estuviera en el centro del ring y él fuera uno de los gallos que se peleaban impiadosamente , azuzados por sus entrenadores y los insultos de los espectadores-
Acarició el arma en su bolsillo , apuntó al tórax de su personaje a matar, la cosa parecía sencilla, imposible de fallar, apretaría el gatillo y, sin hesitar desaparecería entre la muchedumbre aprovechando la sorpresa , y la indiferencia de los apostadores que parecían tener sólo ojos y oídos para la riña que estaban presenciando. Estaba en esa excitante actitud, cuando uno de los tomadores de apuesta le pegó un empellón que lo hizo trastabillar, increpándolo porque lo venía observando que no hacía ninguna apuesta desde que había llegado, y en ese lugar se iba a jugar , no a mirar, lo levantó del suelo tomándolo de las solapas, le propinó golpes en el rostro, el cuello, estómago y ya no sintió más nada....
Despertó en una cama de hospital , con la cabeza vendada , como así también su pierna y el brazo izquierdo en cabrestillo. La rubia estaba cuidándolo , mirándolo con amor y los ojos húmedos- Lo abrazó , besándolo repetidamente murmurando palabras de ternura y cariño, explicándole que lo habían retirado de un reñidero de gallos de La Tablada, inconsciente y en sangrentado como los gallos que se trenzaban en le ring. Él la miró largamente con inmenso dolor y sólo atinó a decirle = Fallé querida, otra vez fallé - y rompió en un llanto convulsivo y conmovedor.

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